martes, 15 de noviembre de 2011

Deseo de navida (capitulo 2)

A veces las cosas menos creíbles se hacen reales. Es en este momento en el que empieza nuestra historia. En una mañana aparentemente normal. Como todas las mañanas los padres de Elisabeth ya se habían ido a trabajar, Mónica estaba a clase, empezaba a las ocho. En casa quedaba Marc que ya estaba listo para irse y miraba la televisión, la abuela Montse que preparaba unos bocatas para que sus nietos pequeños desayunaran algo a la hora del patio y la misma Eli quien metía sus libros en la mochila. Mira a su muñeco, al que había cambiado de ropa esta misma mañana, que estaba sentado en su cama.

-¿No quieres ayudarme? ¿Por qué no haces nada? -Hacía referencia al deseo que había pedido- Eres malo Tomi muñeco. -Muévete.

Al ver que no hace nada, coge su mochila algo enfadada y sale de la habitación. Cuando la puerta de la entrada se cerró llegó el momento de la magia. Tom, seguía sentado en la cama como Eli lo había dejado, empezó a crecer dejando de ser un muñeco para convertirse en una persona real dentro de lo que cabe. Mueve un poco los dedos, los mira girando la cabeza hacia ellos.

-Aw - Levanta el brazo, mueve la pierna, parpadea, se levanta, salta, intenta girar la cabeza como un búho.- Auch. - Se queja cogiéndose el cuello.

Observa la habitación. Es la antigua de Mónica, es de color rosa, en la pared colgaban dos cuadros de hilos hechos por su madre del Pluto y el Pato Donal. En los estantes la colección de los libros Disney, encima la cama peluches, ropa por todas partes, juguetes por el suelo...
Ve a Cloe sentada en su coche como copiloto. Con cuidado le acaricia la mejilla. Vuelve a mirar a su alrededor, ve la puerta blanca, se acerca a ella, coge el pomo de la puerta, al segundo intento consigue abrirla. Da una vuelta por la casa parando a observarlo y examinarlo todo con curiosidad. En el piso de abajo, en el salón, encima de la tele, encuentra una colección de fotos de los tres hijos del matrimonio, reconoce a su dueña, Mónica que fue quien lo compró y a Eli quien jugaba con él y le daba cariño.
Vuelve a subir las escaleras deslizando la mano por la barandilla. Entra en la habitación de Eli, encuentra sus complementos y así pasa las horas. Mirándolos, tocándolos, jugando con ellos.
A las cinco la puerta de la entrada se abrió, habían llegado Mónica, Marc y Eli.
Eli sube las escaleras corriendo, se ha enfadado con Marc, abre la puerta de su habitación para una vez dentro cerrarla con un portazo y sacarle la lengua. Al darse la vuelta lo ve allí. A Tom, su muñeco. A diferencia de esta mañana, el muñeco está sentado en el suelo, es más alto que ella, se mueve solo y puede hablar. Se queda parada allí dónde está, mira de nuevo la cama y a Tom que está despaldas a ella. La boca se le abre en una gran "O" sin emitir ningún sonido. Se pellizca la mejilla para intentar despertar de ese sueño.

-Auch- Se frota la mejilla.
Tom se gira y ve allí a la pequeña Eli.
-Hola Eli.-Sonríe.
Esta no contesta, se lo queda mirando. Aun no se hace a la idea.

Tom termina de darse la vuelta sin levantarse. Lo vuelve a mirar. Lleva puesta la ropa que ella le ha puesto. Se acerca a él y le toca el brazo con un dedo comprobando si es cierto que está allí y se mueve.

-¿Qué haces?
-¿Eres Tom? ¿Tomi Muñeco?
Tom asiente. A Elisabeth una gran sonrisa se le dibuja en su cara.
-¡Has venido a ayudarme!- Lo abraza- Escuchaste mi deseo como siempre. - Y es que Tomi muñeco había ocupado el lugar de Cloe. Se había convertido en su confidente. Conocía sus miedos, deseos, lo que le gustaba, lo que no, quien le caía bien, quien no... Lo conocía todo.-Ahora vengo.
Sale corriendo de su habitación para ir a la de Mónica, cuando se lo diga no se lo va a creer. Abre la puerta, Mónica está tumbada en su cama con el portátil abierto. Va hacia ella y le empieza a tirar del brazo.
-Ven Moni, corre. -Le tira intentando levantarla- Vamos.
-¿Pero qué pasa?-Se levanta.
-Es Tomi se mueve, vamos corre.
Mónica se deja guiar por Eli hasta su habitación. Entran en ella pero allí no hay nada. La habitación estaría vacía si no fuera por un muñeco de plástico sentado dónde antes lo había estado un Tom medio humano.
-Yo lo veo como siempre.
-Pe... pero era de verdad, se movía y hablaba.
-Vuelvo a mi cuarto. -Salió de la habitación de su hermana pequeña cerrando la puerta detrás de ella.
Cuando la puerta se cerró Tom volvió a convertirse en "humano" dejando de ser un muñeco.
-Cree que miente.
La mira de reojo.
-Lo siento.-Baja la mirada.
-Ella es Moni, mi hermana mayor.- Tom entiende al momento que le quiere decir. Mónica es la razón por la que está aquí- Vamos ven.-Se acerca a él y le coge de la mano.-Voy a presentártela- Sonríe contenta. Tiene el novio perfecto para ella.

Eli sale de su habitación agarrando a Tom de la mano. Esta vez no podría convertirse en muñeco de nuevo. Lo vigila de reojo. Abre la puerta de la habitación de su hermana, nota como la gran mano de Tom desaparece. Mira atrás. Tom le sonríe. Él lo espera allí.
Entra en la habitación y vuelve a tirarle de la mano para sacarla de allí otra vez.

-¿Qué pasa Eli?- Pregunta cansada.
-Ven

Mónica se deja llevar hasta fuera de la habitación. De pie en el pasillo, apoyado contra la barandilla mirando las fotos, el muñeco de Eli en tamaño real.

-¿Quién... quién es?
-Es Tomi Muñeco - Informa respondiendo alegremente a su hermana mayor.
-No puede ser cielo.
-Sí lo es. Mira. ¿Cuántos años tiene Moni?
-15. -Habla por primera vez con una sonrisa.
-Yo se lo conté. Él siempre me escuchaba.
-No tiene gracia Eli - Entra en la habitación de su hermana buscando al famoso muñeco. No lo encuentra pero se niega a creer que ese chico que está allí pal plantado en el pasillo es Tomi Muñeco. -¿Dónde está tu muñeco?
-Aquí - Señala a Tom.
-Hola -Sonríe divertido ante esa situación.
-Ya basta Eli, los muñecos no hablan ni se mueven solos. ¿Quién eres?
-Tom kaulitz. Bueno, según vosotras Tomi Muñeco.
-¡Estás loco! ¡Fuera!- Le señala la puerta.

Tom deja de sonreír. Su dueña quiere deshacerse de él. Ve como Mónica le coge de la mano y tirando de él medio aturdido por la por la situación lo guía hasta la puerta de entrada.

-No Moni es mi muñeco.
-Ya basta Eli. Esto es una locura. -Se para y la mira.- Los muñecos no hablan, no se mueven, son solo plástico sin vida.
-¡Cállate!
Tom mira a Mónica, se suelte de ella y sale por la puerta.
-¡Ves lo que has hecho! Has puesto triste a Tomi. - Grita y sale por la puerta para ir a buscar a Tom.
-¡Eli!- Hace el movimiento para iniciar una carrera detrás de ella pero se arrepiente.

¿En serio es su muñeco? No. No. No tiene sentido, los muñecos no tienen vida, son solo plástico. Pero... pero Eli lo dice tan convencida. Que digo si es una niña de ocho años. Y si... si es un ¿loco? O ¿un psicópata? o ¿un pederasta? Haber eso tampoco el chico no pasa los dieciocho años. ¿Qué hago?

Mientras Mónica tenía ese debate mental sobre qué hacer y Tom, Eli lo había seguido. Como no conocía nada de lo que le rodeaba se fue al patio trasero dónde encontró dos columpios. Uno era de Marc y el otro de Eli. Se sienta en uno de ellos cabizbajo. Eli se sienta en el otro columpio y lo intenta animar. Lo consigue ya que esa sonrisa que tenía puesta siempre cuando era un muñeco vuelve aparecer dibujada en su rostro.

-No le hagas caso a Moni, es tonta. Vamos. Volvamos a casa.

Se baja del columpio, le coge la mano a Tom, este se levanta y se deja guiar hasta la que es su casa.
No sabe por qué lo hace exactamente cuando su dueña casi lo echa a patadas.
Lo hace por Eli. Esa niña que lo ha hecho jugar sin parar, le ha contado todos sus secretos, le ha dado calidez y cariño y que ahora está mucho más contento con su Tomi Muñeco.
Abre la puerta. Mónica sigue allí, concentrada en su debate mental cuando la ve entrar.

-¡Eli! - Corre a abrazarla. -¿Dónde estabas?
-Fui a buscar a mi Tomi Muñeco.
Ve como Tom entra siguiendo a Eli.
-Está bien.- Se resigna ante la constante insistencia de Eli, aun así sigue sin creerse que un muñeco haya cobrado vida.
-Vamos Tomi dormirás conmigo.
-No Eli.
-¿Por qué? Siempre ha dormido conmigo.
-Que no. -Hace que se suelten la mano.- Yo me encargo. Sígueme.

Tom obedece. Sigue a su dueña hasta su habitación. Espera a que Tom entre y cierra la puerta detrás suyo. Al momento su vuelve a abrir y entra Eli, la cierra y se va a sentar al lado de su hermana en la cama. Tom por su parte está de pie en medio de la habitación, como si fuera un concurso de la tele y estuviese esperando a que lo puntúen por su actuación.

-¿Quién eres?
Tom y Eli resoplan a la vez, qué chica más terca. Mónica se ríe en su foro interno, se han visto divertidos.
-El muñeco que compraste para regalárselo a Eli, el muñeco que Eli ha paseado por toda la casa, ese al que tú y tu hermana pedisteis un deseo.
-¿Cómo?
-Eso, las dos deseasteis que fuera tu novio y te ayudara a olvidar a un tal Bill.
-No tiene sentido. Me estás diciendo que si pido a Cloe que sea mi mejor amiga se convertirá en humana. Es una locura.
Tom se encoge de hombros.
-No lo sé. Puede. -Se sienta en el suelo.
Eli tenía puesta su sonrisa en la cara, ella siempre había sabido que Tom la escuchaba, o esa sensación había tenido.
-Si fuera...
-¡Moni! ¡Eli! - Se cierta la puerta de la entrada, María su madre acaba de llegar a casa.
-Es mamá. Escóndete. -Tom la mira confundido.- Levántate. -Le coge de la mano.
-Aquí Moni.- Le señala el armario.
Mónica lo abre, la ropa mal puesta se cae al suelo. Se desespera y patea al suelo.
-Entretén a mamá.
Eli hace caso y sale de la habitación. Mientras Mónica desordena su habitación más de lo que ya estaba, deshace su cama.
-Siéntate.
Tom obedece. Le pone el nórdico que utiliza para dormir por encima, coge el libro de inglés que tiene que leerse y se tumba en la cama apoyándose en Tom.
-Enserio mami, no entres está estudiando.
Moni suelta una risa, era la peor escusa que podía haber encontrado. Con lo que le costaba a ella ponerse a estudiar.
-Moni... Aaaaah.- Deja escapar sorprendida por el desastre de habitación. Pasa su mirada por la habitación. Suerte que no hay invitados, si alguien viera eso se moriría de la vergüenza. A saber qué dirían sus vecinos. - ¿Qué es esto?
-Mi habitación.- La mira como si tener una habitación que ahora mismo parecía una pocilga fuera lo más normal del mundo. Nota como la mano de Tom empieza a acariciarla. Le pellizca.
-Auch.
-¿Qué?
-Me he dado un golpe con la pared.
-Será mejor que recojas esto si quieres cenar.
-Sí mi general.- La saluda como un soldado que está en el ejercito.
-Basta de bromas. Ya, muévete.-Sale de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

Suspira, se levanta y destapa a Tom.

-Me has hecho daño.- Se queja.
-Tú me has tocado. Ayúdame a recoger.
-¿Por qué? Lo has desordenado tú solita.
-Para esconderte. ¿O preferías que te dejara en la puta calle?
-No Moni no.-Sale en su defensa Eli.
Tom vuelve a desviar la mirada.
-Ya te ayudo.

Una punzada de dolor provocada por el remordimiento ataca a Mónica al ver a Tom con esa expresión de tristeza en la cara cuando se levanta de la cama y empieza a recoger ayudado por Eli, quien le dice dónde van las cosas. Ella también empieza a recoger en silencio mientras piensa.

-Oye Tom -Habla finalmente.- Vi en una peli... Iba sobre un muñeco, que también se había vuelto humano por el deseo de una hija y cuando lo cumplió volvió a ser muñeco. ¿A ti también te pasará?
-Sí. Y como quieres perderme de vista rápido si quieres empezamos mañana mismo.
Otra punzada causada por el remordimiento ataca contra Mónica mientras Eli abraza a Tom.
-Yo quiero que te quedes para siempre.
Tom sonríe al oír eso.
Terminan de recoger la habitación. Mónica se sorprende, nunca la había visto tan recogida y ordenada.
-Vamos a cenar Eli.- Mira a Tom.- No te muevas de aquí y no toques nada.- Tom asiente. Mónica ve la mirada que le echa Eli.- ¿Te subimos algo?
Tom niega con la cabeza.

Mientras se van a cenar, Tom examina la habitación de su dueña, las fotos, los pósters, los libros... No toca nada para que no lo eche como ha hecho antes.
La puerta se vuelve a abrir. Esta vez entra Mónica sola. Eli y ella se han puesto de acuerdo, cuando Eli quiera entrar llamará cuatro veces y así sabrá que es ella ya que a partir de ahora cerrará la puerta.
Mónica mira a Tom seria.

-No he tocado nada y no he salido. -Dice rápidamente.
-Te creo. ¿De verdad no quieres nada?
Eli le ha hecho prometer que le tratará bien si no dejará de hablarle y se llevará a Tom a su habitación.
Tom niega con la cabeza.
-Voy hacer deberes. Haz lo que quieres menos salir de la habitación, tocar mis cosas, tocarme a mí y hablarme. ¿Entendido?

Asiente, Mónica va a sentarse en el escritorio, saca la agenda y mira que tiene que hacer para mañana. Empieza hacer los deberes cuando le empieza a picar la curiosidad para saber que está haciendo Tom. Se gira y lo mira. Está apoyado contra la puerta del armario jugando con su gorra.
Suspira. Parezco un monstruo. No me podré concentrar así. Cierra el libro y la libreta, se acerca a Tom.

-Aparta.- Tom obedece. Mónica abre el armario y saca una manta, de su cama coge una almohada y se los da a Tom.
La mira confundió.
-¿Para qué es esto?
-Para dormir.
-Pero yo no necesito dormir.
-¿Cómo?
-No necesito dormir, ni comer ni ir al baño.

Lo mira sorprendida. ¿Y si es un vampiro? En Crepúsculo sale que no duermen ni comen ni esas cosas. Mónica no seas estúpida cómo va a ser un vampiro no existen. Se golpea mentalmente. Pero puede ser, era un muñeco y ahora es medio humano.

Llaman a la puerta cuatro veces. Es Eli. Mónica va abrir. Eli entra ya vestida con su pijama de color azul claro con un dibujo del Mickey Mouse.

-¿Qué pasa Eli?
-No puedo dormir. Necesito a Tomi.
Sonríe. Eli des de que recibió a Tom por los Reyes Magos, no había noche que durmiera sin él.
-¿Quieres dormir conmigo?
-Vale.-Sonríe.
Mónica va a cambiarse en el baño. Cuando sale ve como Tom ha puesto la manta en el suelo y la almohada, Está tumbado mirando al techo, Eli está dormida a su lado.

No es mala persona. Sonríe.

Se acerca a ellos, se agacha y coge a Eli.

-Voy a dejarla en su cuarto.-Susurra.

Tom asiente sin decir nada. Mónica sale de la habitación. Cuando vuelve a entrar ve como Tom sigue tumbado en el suelo en la misma posición que antes. Cierra con llave y se lo queda mirando. No hace absolutamente nada. Ni siquiera respira.

-¿No respiras?
Tom la mira.
-¿Cómo?
-Que si tampoco necesitas respirar.
-No. Soy un muñeco recuerdas.
Otra punzada de remordimientos golpean contra ella.
Se acerca a su cama, se quita las zapatillas y se tumba tapándose hasta arriba.
-Buenas noches Tom.
-Buenas noches.

Mónica apaga la luz. Mañana sería otro día.

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