martes, 15 de noviembre de 2011

Deseo de navida (capitulo 2)

A veces las cosas menos creíbles se hacen reales. Es en este momento en el que empieza nuestra historia. En una mañana aparentemente normal. Como todas las mañanas los padres de Elisabeth ya se habían ido a trabajar, Mónica estaba a clase, empezaba a las ocho. En casa quedaba Marc que ya estaba listo para irse y miraba la televisión, la abuela Montse que preparaba unos bocatas para que sus nietos pequeños desayunaran algo a la hora del patio y la misma Eli quien metía sus libros en la mochila. Mira a su muñeco, al que había cambiado de ropa esta misma mañana, que estaba sentado en su cama.

-¿No quieres ayudarme? ¿Por qué no haces nada? -Hacía referencia al deseo que había pedido- Eres malo Tomi muñeco. -Muévete.

Al ver que no hace nada, coge su mochila algo enfadada y sale de la habitación. Cuando la puerta de la entrada se cerró llegó el momento de la magia. Tom, seguía sentado en la cama como Eli lo había dejado, empezó a crecer dejando de ser un muñeco para convertirse en una persona real dentro de lo que cabe. Mueve un poco los dedos, los mira girando la cabeza hacia ellos.

-Aw - Levanta el brazo, mueve la pierna, parpadea, se levanta, salta, intenta girar la cabeza como un búho.- Auch. - Se queja cogiéndose el cuello.

Observa la habitación. Es la antigua de Mónica, es de color rosa, en la pared colgaban dos cuadros de hilos hechos por su madre del Pluto y el Pato Donal. En los estantes la colección de los libros Disney, encima la cama peluches, ropa por todas partes, juguetes por el suelo...
Ve a Cloe sentada en su coche como copiloto. Con cuidado le acaricia la mejilla. Vuelve a mirar a su alrededor, ve la puerta blanca, se acerca a ella, coge el pomo de la puerta, al segundo intento consigue abrirla. Da una vuelta por la casa parando a observarlo y examinarlo todo con curiosidad. En el piso de abajo, en el salón, encima de la tele, encuentra una colección de fotos de los tres hijos del matrimonio, reconoce a su dueña, Mónica que fue quien lo compró y a Eli quien jugaba con él y le daba cariño.
Vuelve a subir las escaleras deslizando la mano por la barandilla. Entra en la habitación de Eli, encuentra sus complementos y así pasa las horas. Mirándolos, tocándolos, jugando con ellos.
A las cinco la puerta de la entrada se abrió, habían llegado Mónica, Marc y Eli.
Eli sube las escaleras corriendo, se ha enfadado con Marc, abre la puerta de su habitación para una vez dentro cerrarla con un portazo y sacarle la lengua. Al darse la vuelta lo ve allí. A Tom, su muñeco. A diferencia de esta mañana, el muñeco está sentado en el suelo, es más alto que ella, se mueve solo y puede hablar. Se queda parada allí dónde está, mira de nuevo la cama y a Tom que está despaldas a ella. La boca se le abre en una gran "O" sin emitir ningún sonido. Se pellizca la mejilla para intentar despertar de ese sueño.

-Auch- Se frota la mejilla.
Tom se gira y ve allí a la pequeña Eli.
-Hola Eli.-Sonríe.
Esta no contesta, se lo queda mirando. Aun no se hace a la idea.

Tom termina de darse la vuelta sin levantarse. Lo vuelve a mirar. Lleva puesta la ropa que ella le ha puesto. Se acerca a él y le toca el brazo con un dedo comprobando si es cierto que está allí y se mueve.

-¿Qué haces?
-¿Eres Tom? ¿Tomi Muñeco?
Tom asiente. A Elisabeth una gran sonrisa se le dibuja en su cara.
-¡Has venido a ayudarme!- Lo abraza- Escuchaste mi deseo como siempre. - Y es que Tomi muñeco había ocupado el lugar de Cloe. Se había convertido en su confidente. Conocía sus miedos, deseos, lo que le gustaba, lo que no, quien le caía bien, quien no... Lo conocía todo.-Ahora vengo.
Sale corriendo de su habitación para ir a la de Mónica, cuando se lo diga no se lo va a creer. Abre la puerta, Mónica está tumbada en su cama con el portátil abierto. Va hacia ella y le empieza a tirar del brazo.
-Ven Moni, corre. -Le tira intentando levantarla- Vamos.
-¿Pero qué pasa?-Se levanta.
-Es Tomi se mueve, vamos corre.
Mónica se deja guiar por Eli hasta su habitación. Entran en ella pero allí no hay nada. La habitación estaría vacía si no fuera por un muñeco de plástico sentado dónde antes lo había estado un Tom medio humano.
-Yo lo veo como siempre.
-Pe... pero era de verdad, se movía y hablaba.
-Vuelvo a mi cuarto. -Salió de la habitación de su hermana pequeña cerrando la puerta detrás de ella.
Cuando la puerta se cerró Tom volvió a convertirse en "humano" dejando de ser un muñeco.
-Cree que miente.
La mira de reojo.
-Lo siento.-Baja la mirada.
-Ella es Moni, mi hermana mayor.- Tom entiende al momento que le quiere decir. Mónica es la razón por la que está aquí- Vamos ven.-Se acerca a él y le coge de la mano.-Voy a presentártela- Sonríe contenta. Tiene el novio perfecto para ella.

Eli sale de su habitación agarrando a Tom de la mano. Esta vez no podría convertirse en muñeco de nuevo. Lo vigila de reojo. Abre la puerta de la habitación de su hermana, nota como la gran mano de Tom desaparece. Mira atrás. Tom le sonríe. Él lo espera allí.
Entra en la habitación y vuelve a tirarle de la mano para sacarla de allí otra vez.

-¿Qué pasa Eli?- Pregunta cansada.
-Ven

Mónica se deja llevar hasta fuera de la habitación. De pie en el pasillo, apoyado contra la barandilla mirando las fotos, el muñeco de Eli en tamaño real.

-¿Quién... quién es?
-Es Tomi Muñeco - Informa respondiendo alegremente a su hermana mayor.
-No puede ser cielo.
-Sí lo es. Mira. ¿Cuántos años tiene Moni?
-15. -Habla por primera vez con una sonrisa.
-Yo se lo conté. Él siempre me escuchaba.
-No tiene gracia Eli - Entra en la habitación de su hermana buscando al famoso muñeco. No lo encuentra pero se niega a creer que ese chico que está allí pal plantado en el pasillo es Tomi Muñeco. -¿Dónde está tu muñeco?
-Aquí - Señala a Tom.
-Hola -Sonríe divertido ante esa situación.
-Ya basta Eli, los muñecos no hablan ni se mueven solos. ¿Quién eres?
-Tom kaulitz. Bueno, según vosotras Tomi Muñeco.
-¡Estás loco! ¡Fuera!- Le señala la puerta.

Tom deja de sonreír. Su dueña quiere deshacerse de él. Ve como Mónica le coge de la mano y tirando de él medio aturdido por la por la situación lo guía hasta la puerta de entrada.

-No Moni es mi muñeco.
-Ya basta Eli. Esto es una locura. -Se para y la mira.- Los muñecos no hablan, no se mueven, son solo plástico sin vida.
-¡Cállate!
Tom mira a Mónica, se suelte de ella y sale por la puerta.
-¡Ves lo que has hecho! Has puesto triste a Tomi. - Grita y sale por la puerta para ir a buscar a Tom.
-¡Eli!- Hace el movimiento para iniciar una carrera detrás de ella pero se arrepiente.

¿En serio es su muñeco? No. No. No tiene sentido, los muñecos no tienen vida, son solo plástico. Pero... pero Eli lo dice tan convencida. Que digo si es una niña de ocho años. Y si... si es un ¿loco? O ¿un psicópata? o ¿un pederasta? Haber eso tampoco el chico no pasa los dieciocho años. ¿Qué hago?

Mientras Mónica tenía ese debate mental sobre qué hacer y Tom, Eli lo había seguido. Como no conocía nada de lo que le rodeaba se fue al patio trasero dónde encontró dos columpios. Uno era de Marc y el otro de Eli. Se sienta en uno de ellos cabizbajo. Eli se sienta en el otro columpio y lo intenta animar. Lo consigue ya que esa sonrisa que tenía puesta siempre cuando era un muñeco vuelve aparecer dibujada en su rostro.

-No le hagas caso a Moni, es tonta. Vamos. Volvamos a casa.

Se baja del columpio, le coge la mano a Tom, este se levanta y se deja guiar hasta la que es su casa.
No sabe por qué lo hace exactamente cuando su dueña casi lo echa a patadas.
Lo hace por Eli. Esa niña que lo ha hecho jugar sin parar, le ha contado todos sus secretos, le ha dado calidez y cariño y que ahora está mucho más contento con su Tomi Muñeco.
Abre la puerta. Mónica sigue allí, concentrada en su debate mental cuando la ve entrar.

-¡Eli! - Corre a abrazarla. -¿Dónde estabas?
-Fui a buscar a mi Tomi Muñeco.
Ve como Tom entra siguiendo a Eli.
-Está bien.- Se resigna ante la constante insistencia de Eli, aun así sigue sin creerse que un muñeco haya cobrado vida.
-Vamos Tomi dormirás conmigo.
-No Eli.
-¿Por qué? Siempre ha dormido conmigo.
-Que no. -Hace que se suelten la mano.- Yo me encargo. Sígueme.

Tom obedece. Sigue a su dueña hasta su habitación. Espera a que Tom entre y cierra la puerta detrás suyo. Al momento su vuelve a abrir y entra Eli, la cierra y se va a sentar al lado de su hermana en la cama. Tom por su parte está de pie en medio de la habitación, como si fuera un concurso de la tele y estuviese esperando a que lo puntúen por su actuación.

-¿Quién eres?
Tom y Eli resoplan a la vez, qué chica más terca. Mónica se ríe en su foro interno, se han visto divertidos.
-El muñeco que compraste para regalárselo a Eli, el muñeco que Eli ha paseado por toda la casa, ese al que tú y tu hermana pedisteis un deseo.
-¿Cómo?
-Eso, las dos deseasteis que fuera tu novio y te ayudara a olvidar a un tal Bill.
-No tiene sentido. Me estás diciendo que si pido a Cloe que sea mi mejor amiga se convertirá en humana. Es una locura.
Tom se encoge de hombros.
-No lo sé. Puede. -Se sienta en el suelo.
Eli tenía puesta su sonrisa en la cara, ella siempre había sabido que Tom la escuchaba, o esa sensación había tenido.
-Si fuera...
-¡Moni! ¡Eli! - Se cierta la puerta de la entrada, María su madre acaba de llegar a casa.
-Es mamá. Escóndete. -Tom la mira confundido.- Levántate. -Le coge de la mano.
-Aquí Moni.- Le señala el armario.
Mónica lo abre, la ropa mal puesta se cae al suelo. Se desespera y patea al suelo.
-Entretén a mamá.
Eli hace caso y sale de la habitación. Mientras Mónica desordena su habitación más de lo que ya estaba, deshace su cama.
-Siéntate.
Tom obedece. Le pone el nórdico que utiliza para dormir por encima, coge el libro de inglés que tiene que leerse y se tumba en la cama apoyándose en Tom.
-Enserio mami, no entres está estudiando.
Moni suelta una risa, era la peor escusa que podía haber encontrado. Con lo que le costaba a ella ponerse a estudiar.
-Moni... Aaaaah.- Deja escapar sorprendida por el desastre de habitación. Pasa su mirada por la habitación. Suerte que no hay invitados, si alguien viera eso se moriría de la vergüenza. A saber qué dirían sus vecinos. - ¿Qué es esto?
-Mi habitación.- La mira como si tener una habitación que ahora mismo parecía una pocilga fuera lo más normal del mundo. Nota como la mano de Tom empieza a acariciarla. Le pellizca.
-Auch.
-¿Qué?
-Me he dado un golpe con la pared.
-Será mejor que recojas esto si quieres cenar.
-Sí mi general.- La saluda como un soldado que está en el ejercito.
-Basta de bromas. Ya, muévete.-Sale de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

Suspira, se levanta y destapa a Tom.

-Me has hecho daño.- Se queja.
-Tú me has tocado. Ayúdame a recoger.
-¿Por qué? Lo has desordenado tú solita.
-Para esconderte. ¿O preferías que te dejara en la puta calle?
-No Moni no.-Sale en su defensa Eli.
Tom vuelve a desviar la mirada.
-Ya te ayudo.

Una punzada de dolor provocada por el remordimiento ataca a Mónica al ver a Tom con esa expresión de tristeza en la cara cuando se levanta de la cama y empieza a recoger ayudado por Eli, quien le dice dónde van las cosas. Ella también empieza a recoger en silencio mientras piensa.

-Oye Tom -Habla finalmente.- Vi en una peli... Iba sobre un muñeco, que también se había vuelto humano por el deseo de una hija y cuando lo cumplió volvió a ser muñeco. ¿A ti también te pasará?
-Sí. Y como quieres perderme de vista rápido si quieres empezamos mañana mismo.
Otra punzada causada por el remordimiento ataca contra Mónica mientras Eli abraza a Tom.
-Yo quiero que te quedes para siempre.
Tom sonríe al oír eso.
Terminan de recoger la habitación. Mónica se sorprende, nunca la había visto tan recogida y ordenada.
-Vamos a cenar Eli.- Mira a Tom.- No te muevas de aquí y no toques nada.- Tom asiente. Mónica ve la mirada que le echa Eli.- ¿Te subimos algo?
Tom niega con la cabeza.

Mientras se van a cenar, Tom examina la habitación de su dueña, las fotos, los pósters, los libros... No toca nada para que no lo eche como ha hecho antes.
La puerta se vuelve a abrir. Esta vez entra Mónica sola. Eli y ella se han puesto de acuerdo, cuando Eli quiera entrar llamará cuatro veces y así sabrá que es ella ya que a partir de ahora cerrará la puerta.
Mónica mira a Tom seria.

-No he tocado nada y no he salido. -Dice rápidamente.
-Te creo. ¿De verdad no quieres nada?
Eli le ha hecho prometer que le tratará bien si no dejará de hablarle y se llevará a Tom a su habitación.
Tom niega con la cabeza.
-Voy hacer deberes. Haz lo que quieres menos salir de la habitación, tocar mis cosas, tocarme a mí y hablarme. ¿Entendido?

Asiente, Mónica va a sentarse en el escritorio, saca la agenda y mira que tiene que hacer para mañana. Empieza hacer los deberes cuando le empieza a picar la curiosidad para saber que está haciendo Tom. Se gira y lo mira. Está apoyado contra la puerta del armario jugando con su gorra.
Suspira. Parezco un monstruo. No me podré concentrar así. Cierra el libro y la libreta, se acerca a Tom.

-Aparta.- Tom obedece. Mónica abre el armario y saca una manta, de su cama coge una almohada y se los da a Tom.
La mira confundió.
-¿Para qué es esto?
-Para dormir.
-Pero yo no necesito dormir.
-¿Cómo?
-No necesito dormir, ni comer ni ir al baño.

Lo mira sorprendida. ¿Y si es un vampiro? En Crepúsculo sale que no duermen ni comen ni esas cosas. Mónica no seas estúpida cómo va a ser un vampiro no existen. Se golpea mentalmente. Pero puede ser, era un muñeco y ahora es medio humano.

Llaman a la puerta cuatro veces. Es Eli. Mónica va abrir. Eli entra ya vestida con su pijama de color azul claro con un dibujo del Mickey Mouse.

-¿Qué pasa Eli?
-No puedo dormir. Necesito a Tomi.
Sonríe. Eli des de que recibió a Tom por los Reyes Magos, no había noche que durmiera sin él.
-¿Quieres dormir conmigo?
-Vale.-Sonríe.
Mónica va a cambiarse en el baño. Cuando sale ve como Tom ha puesto la manta en el suelo y la almohada, Está tumbado mirando al techo, Eli está dormida a su lado.

No es mala persona. Sonríe.

Se acerca a ellos, se agacha y coge a Eli.

-Voy a dejarla en su cuarto.-Susurra.

Tom asiente sin decir nada. Mónica sale de la habitación. Cuando vuelve a entrar ve como Tom sigue tumbado en el suelo en la misma posición que antes. Cierra con llave y se lo queda mirando. No hace absolutamente nada. Ni siquiera respira.

-¿No respiras?
Tom la mira.
-¿Cómo?
-Que si tampoco necesitas respirar.
-No. Soy un muñeco recuerdas.
Otra punzada de remordimientos golpean contra ella.
Se acerca a su cama, se quita las zapatillas y se tumba tapándose hasta arriba.
-Buenas noches Tom.
-Buenas noches.

Mónica apaga la luz. Mañana sería otro día.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Último minuto

Bill enserio, no sé para qué pretendes enviándome notas como si fuéramos estudiantes y estuviéramos en medio de una clase. Si quisiera hablar contigo, hubiera contestado alguna de tus numerosas llamadas.  Has hecho tu elección, lo entiendo y te deseo lo mejor, pero no puedes pretender que nosotros sigamos siendo amigos. Teníamos nuestros planes, ¿recuerdas?

Sí, te echo de menos, ¿te tengo que recordar mis sentimientos?  

Por favor, deja de llamarme y enviarme mensajes. Quiero rehacer mi vida después de esto.

Tom



Relee la carta de Tom una vez más, podría recitarla de memoria de las veces que se la ha leído.  Puede apreciar dónde ha rayado tan fuerte el bolígrafo sobre el papel que ha dejado marca, palabras tachadas al no ser las adecuadas, lo fuerte que apretaba el bolígrafo en el momento de escribir. Se puede imaginar la seria cara de Tom, los rasgos duros, su mirada indescifrable de ojos marrones, su cuerpo tenso al hacer algo a lo que no está acostumbrado. Pasa su mano por la carta, suspira.  Es incapaz de creer que Tom quiera poner punto y final a cualquier tipo de contacto que puedan tener. La dobla y la guarda en el primer cajón de su escritorio junto a las demás respuestas que le envió. Entre ellas, encuentra el colgante que le regaló, lee el grabado que tiene la placa “B&T 16/3/2009”. Tom se lo devolvió con la primera carta. Vuelve a cerrar el cajón bajo llave. La puerta de su habitación se abre, una señora rubia, alta, con rasgos finos y delicados al igual que su hijo, aparece en ella.

-Han llegado Bill. –Asiente y se levanta de la silla. De una fugaz mirada al espejo que tiene  en la puerta del armario. No es el mismo. Pero nada. Desde que él y Tom lo habían dejado, tenía pesadillas, no comía bien, estaba sin vida, todo esto tenía sus consecuencias: Ojeras, había adelgazado y se le empezaban a marcar los huesos y había perdido la sonrisa y el brillo en los ojos que lo caracterizaban. Al pasar por el lado de su madre, esta lo detiene. - ¿Estás seguro? Te gustan los hombres Bill, no las mujeres. No cometas un error.

-Cada uno se tiene que hacer responsable de sus actos.

-Podrías hacerte responsable y seguir con Tom.

-Mamá, enserio, todo está bien. –Sonríe forzando una media sonrisa.

-No lo está. Maduraste demasiado pronto y de golpe. Aún estas a tiempo de tirar atrás. Estás en la edad de hacer locuras. –Le acaricia la mejilla a su hijo y se dirige al piso de abajo dónde lo esperan los invitados.

Bill sigue a su madre con la mirada, cuando   la ve desaparecer por el agujero de las escaleras, ve que no puede retrasar, aún más, el momento. Suspira llenando sus pulmones. Intenta apartar los recuerdas con Tom que quieran acechar sus mente, cada una de sus palabras que parecían ser cuchillos afilados que se clavaban en su corazón. Con movimientos robóticos avanza por el pasillo, con el suelo de parquet con una alfombra roja traída de Túnez. Tiene la sensación que a medida que avanza, el pasillo se estrecha impidiendo que pueda escapar, facilitándole el camino y que no sea capaz de perderse, guiándolo hacia “su muerte”. Baja las escaleras, gira a la izquierda, y tras una doble puerta de madera maciza, llega a su última cena. No más de cincuenta invitados se encuentran en esa sala. Caras importantes del mundo de los negocios y familiares. Vestidos de etiquetas, mujeres llenas de joyas y bañadas en perfumes caros. Busca con su mirada a su madre. Está hablando con los padres de Katherine, la mira y sonríe, su pelo rubio recogido en un moño, un vestido azul claro ajustado largo hasta las rodillas y los zapatos de tacón. Está preciosa.  Se acerca a ella buscando las fuerzas necesarias para no salir corriendo de allí, ir a buscar a Tom, la protección de sus bazos, la calidez de su mirada.

-¡Bill! ¡Muchacho! –Le estrecha la mano animadamente el padre de Katherine, Pedro. -¿Cómo estás?

-¿Bien, usted? –Finge una sonrisa.

-¿Cuántas veces tengo que decirme que me tutees?

-Creo que una vez más, como siempre. –Bromea. -¿Y Katherine?

-Ahora llegará, ya sabes cómo son las mujeres. Se ha entretenido con su madre en casa. –Da un trago a su copa de champan.

Y llega el indeseado momento. Cualquier otra persona estría contenta, dando saltos de alegría. Él no. Tenía la sensación, de que alguien lo apuntaba con una pistola en la frente. Empieza a sudar. Todas las miradas estaban clavadas en él, en la preciosa chica de una larga cabellera morena, rasgos finos, delicados, piernas largas y suaves, esa esbelta figura con una cintura estrecha, que lo acompaña, sus manos cogidas y dedos entrelazados, en el anillo de compromiso que ocupa el dedo anular de  la chica. Busca la voz que se ha ido corriendo de su garganta, se dispone hablar.

-Damas, caballeros. Hemos organizado esta cena para anunciaros una noticia. Katherine y yo, vamos a casarnos.

Deseo de navidad (Capitulo 1)

Una habitación de paredes rosa, aunque el color apenas es visible, pósters de tamaño real, normal y pequeño impedían que esta la vieras. Todos eran de sus amores platónicos: Piqué, Justin Bieber, Robert Pattinson, El canto del Loco, David Bisbal, Cody Simpson... Se podría definir con tres palabras: Edad del Pavo.
Si por la dueña de la habitación fuera posible ya habría hecho que se movieran como pasa en Harry Potter.
¿Qué más hay en la habitación?
En el suelo parquet con diferentes tonos de marrones, una cama alta con sábanas del mismo color que la pared, encima de esta hay una gran colección de peluches, el escritorio de madera ocupa toda una pared, detrás de este una gran ventana corredera que daba al balcón, cortinas blancas, un armario dentro la pared, una cómoda y estanterías llenas de libros que tenían mínimo cinco años algunos de ellos y ella nunca se los había leído.
Sentada en una silla de despacho, una chica de unos quince años, de estatura mediana, castaña con el pelo largo y liso, ojos verdes, nariz y orejas pequeñas, con muchas pecas aunque muchas no se veían la más característica la del labio, tiene unos labios bonitos, delgada, cintura pequeña, largas y finas piernas. Vestía su blusa de manga corta favorita, unos shorts rotos acompañados de un cinturón negro. En el cuello su collar favorito de oro con su nombre escrito: Mónica. En las orejas sus aros.
Estaba con el portátil. Había abiertas tres pestañas diferentes una era la wikipedia con la información de del General Franco para un trabajo de historia, otra información sobre Justin Bieber y el Facebook.

"Justin Bieber estará es próximo Lunes 2 de diciembre en el Hormiguero 3.0. El famoso cantante..."

-¡Mónica! - Oye el ruido que hace el pomo de su puerta al girar. Cierra el facebook y la información sombre Justin- ¿Qué haces cielo?

Hace girar la silla y mira a su madre. Esta está de pie en la entrada de su habitación.
Es alta, delgada, pelo corto negro y rizado, un cuello algo largo - le va muy bien para espiar a los vecinos, uno de sus pasatiempos favoritos- es la única en la familia que lo tiene. Es directora de colegio.

-Deberes.
-¿Sobre qué? - Se acerca y examina la pantalla del ordenador.
-Historia. Franco.
-¿Cómo vas?
-Me falta poco.
-De acuerdo. La cena estará lista en un rato.

Cuando ve salir a su madre por la puerta y que la cierra suspira vaciando completamente los pulmones, pensaba que la pillaba.
Clava la mirada en la pantalla del ordenador. Lee por encima la información que la wikipedia le da sobre Franco y copia cuatro líneas contadas.
Esto servirá. Cierra la libreta y la guarda en la mochila.
Vuelve a abrir otra pestaña, busca en cerradas recientemente y abre de nuevo las dos pestañas cerradas anteriormente. Lee con rapidez las primeras frases leídas anteriormente, busca por dónde se había quedado. Leía cada frase dos veces para terminar de creerse lo que explicaban.
¡Se iba a quedar tres días en Barcelona!
Mira a su alrededor, con veloces movimientos busca su móvil. Tenía que ordenar la habitación. Una vez localizado llama a su mejor amiga. Patricia o Pat para los amigos.

-¡¡¡Aaaaaaaaaah!!! -Gritan las dos a la vez.
-¿Te has enterado?
-¡Sí!
Esto era mucho mejor que la vez que fueron al Camp Nou para ir a ver jugar a Piqué.
-Tía, tía que fuerte.
-Tenemos que conseguir las entradas. ¡Imagínatelo! Ir a su concierto.
-Sencillamente alucinante. - Suspiran al mismo tiempo mientras se imaginan como será su concierto y que ellas serán las elegidas para subir al escenario.- Oye este es el plan, ahora mismo vamos hablar con nuestros padres.
-Hecho. Mañana te cuento.
-Okis, nos vemos sexy. -Cuelga.

Deja el móvil en un sitio visible entre todo ese desorden de ropa.


En el piso de abajo, una niña de seis años, rubia con la melena hasta los hombros, ojos grises grandes, delgada, algo baja para su edad - era la más baja de su clase-, miraba emocionada final de sus dibujos favoritos. Bratz. Cogida en una de sus pequeñas manos tenía la que más le gustaba. Su favorita. A Cloe.
Un minuto de anuncios, se levanta y sube corriendo las escaleras hacia el cuarto de su hermana. Abre la puerta y salta a su lado en la cama.

-Moni, Moni, Moni, Moni.
-Qué, qué, qué, qué. - Le pregunta divertida bajando la tapa de su portátil.
-Ya sé que quiero para los Reyes Magos.
-¿Qué?
-El novio de Cloe. A Tom. Ven corre. - Se baja de la cama y la tira del brazo.
-Ya voy...

Mónica y Eli- Su nombre es Elisabeth- siempre se han llevado muy bien. Los padres de estas trabajan todos los días - de lunes a viernes- hasta tarde y ellas se pasan muchas horas juntas.
Llegan al salón, Eli hace correr a su hermana mayor hasta delante de la televisión para que no se pierda quién es Tom.
-Mira es este. - Se lo señala mientras hacen el avance del próximo capítulo.

Lo observas detenidamente. Como a todos los personajes de la serie de dibujos animados, lo habían hecho extremadamente guapo. Rastas cogidas en una cola decoradas por una banda y una gorra, son rubias, ojos marrones por raro que sea ya que la mayoría los tienes verdes o azules, un piercing en el labio, alto, fuerte con un lunar en la mejilla y vestía ropas anchas.

-¿A qué es guapo?
-Mucho.
-Se lo pediré a los Reyes Magos, así Cloe - le enseña su muñeca- no se sentirá sola.
Mónica se ría recordando su niñez. Ella hacía lo mismo, pero ahora eran Bratz y no Barbies.
-Voy a terminar mis deberes. Despeina la rubia melena de su hermana y sale de la habitación.

Vuelve a la suya. Para los reyes Magos faltaban dos semanas casi. Ya sabía que le regalaría a su hermana. Busca en el portátil las tiendas de juguetes de su ciudad. En ninguna quedan muñecos Tom Kaulitz. Se desespera. Encuentra el número de teléfono de una. Llama. Le dicen que tienen que llegar en tres días. Que si quiere le guarda uno. Mónica acepta y cuelga el teléfono con una sonrisa en su cara. Su hermana tendría un Tom. Ahora tocaba avisar a sus padres para que no le compraran otro muñeco.
Enciende la radio, busca su emisora favorita, el 88.2, Flaixback. Abre el libro de matemáticas y se pone a estudiar, al volver de las vacaciones tiene un examen.


A la hora de cenar, coge aire, sale de su habitación, avanza por el pasillo decorado con copias exactas de cuadros originales famosos, baja las escaleras de madrea y llega al comedor. Su madre, su padre un hombre alto y esbelto, joven, guapo con el pelo marrón corto, ojos verdes, barba y en estos momentos vestido con ropa vieja cuando siempre vestía con traje; su hermano pequeño, un pequeño monstruo al que le ecantaba hacer enfadar a Mónica con todo lo que podía y más y Eli ya estaban sentados en la mesa.

-Mamá... Papá... - Empieza a decir mientras busca las palabras adecuadas.
-No.
-Aun no he dicho nada - Se queja.
-Igualmente no. No puedes salir de fiesta entre semana.
-No quería pedir eso. Verás... Justin Bieber estará aquí tres días para dar un concierto... y... ponen las entradas a la venta...
-No.- Niega de nuevo su padre.
-¡Mamá!
-Carlos, vamos. Puedes ir, lo aprobaste todo.
-¡Genial! - Sonríe y abraza a su madre.


Esa mañana del 31 de diciembre se levantó ella sola sin ayuda de nadie bastante temprano para ser un día festivo. Eso era bastante extraño en ella pues siempre necesitaba que su madre la levantara. Le gustaba dormir.
Se puso unos pitillos rasguñados y rotos, un jersey azul de cuello ancho de color azul que le permitía enseñar un hombro y un cinturón ancho por encima de este. En sus pies unos botines.
En la mesa de la cocina, desayunando ya, se encontraban sus padres con sus dos hermanos pequeños. Se sentó en su sitio habitual, la leche la tenía ya servida.

-¿Vas a salir? - Pregunta su madre.
-Sí. Con Bill y Pat.
-¿Puedes pasarte por la tienda?
-Claro.

Con sus padres se habían puesto de acuerdo. El muñeco Tom Kaulitz ya lo tenían escondido en un armario. Hoy tenía que ir a buscar algunos de sus complementos para que Eli pudiera cambiarle la ropa y jugar con él con más cosas. Tuvo que tragar el desayuno, hoy las tiendas cerraban a las doce por ser fin de año. Coge su chaqueta, el bolso, sale de casa, coge su moto del garaje y antes de ir a encontrarse con sus amigos va a buscar los complementos. Las calles estaban llenas de familias y parejas que hacían algunas compras atrasadas para esa noche o para el día de los Reyes Magos.


-¿En qué puedo ayudare? - Le pregunta la dependienta.
-Mi madre guardó unos complementos del nuevo muñeco Tom.
-¿Tom kaulitz? - Asiente - ¿Nombre?
-María Ruiz.

Va a la tras tienda y unos minutos después vuelve a salir con una bolsa llena de paquetes envueltos en papel de regalo.

-¿Cuánto es?
-Cincuenta y ocho con treinta.

Casi tan caro como el muñeco. Menudo robo.

Paga con el dinero que le ha dado su madre, coge la bolsa y recibe el cambio. Se lo guarda dentro del bolso, parece el de la Mery Poppins y sale de la tienda. Vuelve a subir a su moto y conduce hasta el parque en el que siempre queda con sus amigos.
Ellos ya se encontraban en el parque, sentados en el banco de siempre, este quedaba algo escondido detrás de los arbustos.
Al lado de ellos había aparcada la moto de Pat. Bill vivía cerca así que venía a pie. Ibas vestido con su particular estilo. Un gorro de lana en la cabeza, los ojos pintados y maquillado, un anorak largo y unos pitillos largos debajo. En los pies unas botas.
Aparca la moto al lado de la de Pat, se quita el casco y baja.

-Hola chicos- Sonríe.
-Llegas tarde.
-He tenido que ir a buscar el regalo de Eli. -Se escusa.
-¿Qué es?
-¿Sabéis ese muñeco que anuncian sin parar? ¿Tom kaulitz?
-Sí. -Da una calada a su cigarro- El novio que toda chica quiere tener.
-Sí ese. He tenido que ir a buscar unos complementos y su moto. Eli lo quiere para su Cloe.
-La Cloe. Siempre va con ella a todas partes. -Se ríe Pat.- ¿Has hablado con tus padres?
-Sí- Sonríe- ¡Me dejan ir!
-¡A mí también!
-¿De verdad?
-Déjanos Bill... Justin es... es como nuestro Tom Kaulitz. -Se ríen.
-Edad del pavo- Se convence a si mismo Bill.

Se ríen al ver a Bill desesperarse con su actitud de chico maduro.
Mónica saca el paquete de tabaco de dentro del bolso y se enciende uno.



Tumbadas en la cama de Mónica, ella y Pat hablaban sobre chicos. Uno en concreto con el que llevaban siendo amigas suyas des de siempre. Bill Trümper.

-Moni tía, lánzate.
-No, no haré nada, principalmente porqué no le gusto.
-Es mentira.-Da media vuelta quedando boca arriba.
-¿No has visto como mira a Cristina? -Suspira- Le gusta esa.

La puerta de la habitación se abre, entra Elisabeth abrazando a su muñeca Cloe.

-Pon la tele corre.

Se levanta de la cama y abre la tele. En un principio pensaba que Eli quería enseñarle algo más sobre el muñeco que tanto deseaba pero no fue así. Puso las noticias.

-Ayer el Palau Sant Jordi de Barcelona estaba lleno de adolescentes que saltaban y bailaban al ritmo de la música de Justin Bieber. Miles de adolescentes disfrutaron de su música por una hora y media. El cantante interpretó todos sus temas a demás de la Macarena...

Pat y Mónica sonrieron al recordar la noche anterior. Después del concierto Pat había venido a su casa y se había quedado a dormir en casa de Mónica. Habían juntado dos colchones en el suelo de la habitación de esta y habían dormido juntas allí. Estuvieron hablando hasta altas horas de la noche.




El sol aun no había salido cuando Elisabeth se despertó. Mira el calendario y sonríe. Era el esperado día siete. Los Reyes Magos ya habían venido y dejado sus regalos si eras buenos. Si eras malo, carbón.
Se puso sus zapatillas para ir por casa, unas con la cara de Goffy, coge su muñeca Cloe y va a despertar a Marc. Al principio este no se podía despertar pero cuando Eli le dijo que día era se despertó de un salto. Se levanta de la cama, al bajar parecían dos torbellinos. Abrieron la luz del salón, buscaron al árbol de navidad con la mirada. Rápidamente bajaron la mirada a los pies de este, ¡estaba lleno de regalos!


Eli, entre emocionada e impaciente, se acerca y se pone de rodillas, deja a Cloe apartada en un lado y busca los paquetes que tienen su nombre escrito. Los abre lo más rápido que puede. Guitarras pequeñas, gorras, zapatos, una moto, ropa... todo del mismo tamaño. Lo reconoce al momento, son los complementos de Tom Kaulitz pero el muñeco no está por ningún lado.
Se pone triste.

Mónica oye ruido en el piso de abajo y se despierta. Baja las escaleras, se queda a la mitad observando cómo sus hermanos desenvuelven sus regalos. Entonces se acuerda. ¡No había puesto al muñeco! Se muerde el labio, sube las escaleras corriendo, saca al muñeco envuelto con el papel de regalo del armario, se lo esconde detrás en la espalda y se acerca a su hermana después de bajar las escaleras y entrar al salón.

-¿Qué te pasa?
-No está Tomi.
-¿Y si miras de nuevo?

Eli, sin muchos ánimos pues la primera vez que había mirado no lo había encontrado, vuelve a mirar y lo ve. Un paquete más con su nombre. Lo coge y empieza a quitarle el papel y ve el nombre: Tom Kaulitz.
Otra vez una sonrisa una sonrisa está dibujada en su cara. Termina de arrancarle con ganas el papel y lo ve en todo su esplendor. Un nuevo muñeco Tom kaulitz. Lo saca de la caja y lo pone en el suelo. Mónica la observa divertida.

Pon a Tom delante de Cloe.

-Tomi, te presento a tu novia Cloe. Cloe este es tú novio.-Hace que se den un beso.

Ojala todo fuera tan fácil como eso. Mónica suspira y busca sus regalos.

-Moni- La mira y esta le enseña su nuevo muñeco- Tomi dice que eres muy guapa pero que él ya tiene a su novia.
Mónica se ríe.
-Gracias Tomi- Le sigue el juego.
-Ves Tom, también te quiere pero ella ama a un chico que se llama Billy así que no la mires que tú tienes a Cloe.

Mónica vuelve a reírse. Busca a Marc, este está en su mundo, montando su nueva pista de escaléstric. Ve como Eli sigue jugando con sus muñecos. Hace que Tom y Cloe sean la pareja perfecta.

-Tomi te quiero mucho.
-Yo a ti. -Pone vos de chico- Nos vemos mañana- Hace que se suba a su moto y que desaparezca entre las sillas.
Mientras Cloe se sube a su descapotable y la lleva a su casa detrás del sofá.

Yo también quiero uno así.



Como todos los años por el día de los Reyes Magos, fueron a desayunar a casa de su abuela materna. Esta siempre preparaba chocolate caliente. Desayunaba toda la familia junta y luego abrían los regalos que tenían allí. Eli recibió más complementos de Tom kaulitz y las Bratz entre otras cosas. Este había sido de momento el mejor día del nuevo año.


Sube las escaleras, en el rellano se encuentra a Cloe y Tom sentados en el coche descapotable de la muñeca. Eli había ido al baño. Se agacha y coge a Tom. Lo examina, le ha vestido con un bañador. Se ríe. Eli tenía razón, es muy guapo el muñeco. Recuerda esos últimos días de vacaciones, Eli paseó a Tom y Cloe por toda la casa haciéndoles ser la pareja más feliz del mundo. Mira a Cole. Tiene su larga melena rubia peinada y cuidada. Eli la cuida mucho tanto a ella como Tom.

-Resulta que si eres el novio perfecto - Pasa un dedo por el pelo del muñeco y su cara. Le recuerda a Ken, el novio de la Barbie. Este también era perfecto, pero más clásico. Era el príncipe azul. Tom le recuerda más a el típico niño chulo y malo con un toque romántico que les gusta a todas las chicas. - No tendría ningún problema en que fueras mi novio. Es más me gustaría que lo fueras. Desearía que furas mi novio y poder olvidara Bill.

Vuelve asentarlo en el coche y suspira. Se encierra en su habitación. Definitivamente tiene que sacar a Bill de su cabeza. Ha empezado a salir con Cristina. Ya lo había dicho ella que no se gustaban.

-Déjame olvidarte Bill.


Al salir del baño, Eli había visto como su hermana mayor acariciaba a su nuevo muñeco, le pedía un deseo y entraba en su habitación después de sentarlo de nuevo.
Se acercó a la puerta de la habitación de Moni y escuchó que quería olvidar a Bill. La cerró con cuidado de no hacer ruido. Coge el coche y entra en su habitación. Saca a Tom del coche, le pone las piernas rectas y con una silla se suba al alfeizar de la ventana que tiene dentro de la habitación.


-¿Lo has oído Tomi? Quiero decir, el deseo que te ha pedido. ¿Has visto su mirada? Ella también quiere un novio. - Suspira y le peina las rastas con la mano.- Tomi se que tienes a Cloe y que la quieres mucho. Pero tú podrías cumplir el deseo de Moni, ayudarla a olvidar a Bill y ser su novio y hacerla reír y que este contenta. Ella es muy guapa, mucho más que Cloe. Sé que te gustaría Moni. Desearía que tú fueras su novio. El novio de Moni y la hicieras olvidar a Bill.

domingo, 13 de noviembre de 2011

-Deseo de Navidad. Epílogo


Había salido de compras con mis padres, volvíamos a casa, habíamos ido al mercado a comprar las cosas que nos faltaban en la nevera y el refrigerador. No tenía ganas de hacer nada pero se lo había prometido, no querían verme más vaguear por casa e ir de un lado a otro como si fuera un alma en pena. Marc por primera vez en muchas semanas, intentaba hacerme reír en vez de intentar cabrearme.
Miro a mi alrededor, aun tengo la esperanza de verlo en algún rincón. Veo a una niña pequeña, colgando de su mano tiene a su muñeco Tom kaulitz. Noto como el mundo se me derrumba, quiero salir de allí. Los recuerdos de esos últimos días con él empiezan a invadir mi mente llevándome a un pasado que no quiero recordar para no recaer.


"Entro en la habitación, Tom está tumbado en la cama, sudado y con la respiración agitada. Algo va mal, él me dijo que no necesitaba respirar cuando nos  conocimos.

-¿Tom, estás bien? - Me siento a su lado.
-Sí, no te preocupes. - Sonríe, no es verdadera. Intenta hacer que me olvide del tema como lleva haciendo estos días.
-Tom...
Se sienta en la cama, le cuesta. Me mira a los ojos, me coloca el pelo detrás de la oreja como siempre hace y me coge la cara.
-¿Tranquila si? Siempre estaré a tu lado, te lo prometí.
Junta sus labio con los míos, era un beso dulce, sin segundas intenciones aunque parecía que me digiera adiós con este."


Me mentiste Tom, no te quedaste a mi lado.

-Moni, Moni.-Noto como tiran de mi brazo. Miro a Eli. -¡Mira!

Llevo la mirada hacia dónde ella me indica. Había estado tan metida en mis pensamientos y recuerdos que no me había dado cuenta de que ya estábamos en la calle de casa.
Veo lo que me quiere decir. Un chico clavado a Tom kaulitz. No, es él. Rastas rubias en la cabeza, la gorra, los ojos marrones, el lunar, el piercing y las ropas anchas.

-Ahora vengo.- Aviso a mis padres.

Empiezo a caminar en dirección hacia él con pasos largos, Eli me sigue.
Me fijo en lo que hay a su alrededor. Camiones de mudanza que están siendo vaciados. Veo como entra un par de cajas. Espero a que salga y antes de que coja otra llamo su atención.

-Oye. - Me miro y sonríe. Es esa sonrisa que yo conozco tan bien. La que siempre estaba dibujada en la cara de mi Tom.- ¿Nos conocemos?
-No, creo que no - Sonríe.- No olvidaría una cara tan bonita.
-¿Eres Tom Kaulitz?
-No, soy Tom Torres.- Vuelve a sonreír -  ¿Tú eres?
-Mónica Gómez
-Un placer. -Me da dos besos.
-Tom, escogeré habitación antes que tú.- Gritan des de una ventana de la casa en el segundo piso.
-Mi hermano pequeño.
No digo nada. Estaba tan segura que era él, pero parece que me equivoqué.
-Ya nos veremos.
Doy media vuelta y me empiezo a ir.
-Moni. - Noto como me coge la mano, me estremezco al notar el contacto de nuestras manos. Me giro. Él se acerca a mí y me susurra al oído. - La segunda estrella, en la parte derecha de la torre sigue brillando como siempre lo ha hecho.

Me da un beso en la mejilla.

- Nos vemos.

Me suelta la mano, coge otra caja y entra en su nueva casa.

Yo me quedo allí aturdida por lo que acaba de pasar. Es él, es Tom. Mi Tom.

¡Bienvenidos!

Primero de todo, ¡Hola! Bienvenidos a mi blog.
Bueno, soy Sira (me llamo Carme pero todos me llaman Nena, Sira o Trina). me gusta escribir, por esto he creado este blog, para compartir mis historias con los demás.
Esto es lo que encontrarás aquí: mis fanfcis, principalmente de Tokio Hotel, fotos, viedos, información...  Espero que lo disfruteís